La otra víctima fatal, aparte del gran número de heridos que saldó ese 23 de enero en San Cristóbal, fue el joven anzoatiguense Eduardo José Marrero, quien laboraba en una frutería y vendiendo cigarrillos en las inmediaciones del Terminal de Pasajeros de La Concordia.
Al igual que Luigi, acudió a la actividad en apoyo a la marcha. Los balazos segaron sus vidas esa tarde.
Eduar José Marrero, de 21, no estudiaba, pero su aspiración era la de juntar el dinero necesario para emigrar a otro país en busca de mejor calidad de vida, meta que intentaba lograr a la par que le transfería dinero a su mamá, en Anzoátegui. En la muerte de Eduar, tampoco se ha hecho justicia. (MB)